El nacimiento del sol.
“Dicen los huicholes que en los principios del tiempo, no
había en el mundo más luz que la de la Luna, lo que traía muchos inconvenientes
a los hombres. Reuniéndose entonces los principales de ellos para ver la manera
de dotar al mundo de mejor luz, y le rogaron a la Luna que les enviase a su
único hijo, muchacho cojo y tuerto. Comenzó ella por oponerse, pero consintió
al fin. Dándole al muchacho un vestido de ceremonia, con sandalias, plumas y
bolsas para tabaco; lo armaron de arco y flechas, y le pintaron la cara,
arrojándolo luego a un horno donde quedó consumido. Pero el muchacho resucitó,
corrió por debajo de la tierra, y cinco días después apareció el Sol.
Cuando éste irradió su luz sobre la tierra, todos los
animales nocturnos (los jaguares y leones monteses, los lobos, los coyotes, las
zorras y las serpientes) se irritaron muchísimo y dispararon flechas contra el
astro del día. Su calor era grande y sus deslumbrantes rayos cegaban a los
animales nocturnos, obligándolos a retirarse con los ojos cerrados a las
cavernas, a los charcos y a los árboles; pero si no hubiera sido por la ardilla
y el pitorreal no hubiere podido el Sol completar su primer viaje por el cielo.
Éstos fueron los dos únicos animales que lo defendieron; hubieran preferido
morir antes que dejar que se diera muerte al Sol, y le pusieron tesgüino en el
ocaso para que pudiera pasar. Los jaguares y los lobos los mataron, pero los
huicholes ofrecen sacrificios hasta el presente a aquellos héroes y dan a la
ardilla el nombre de Padre”.
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